El director francés Jean Becker recicla la misma premisa que ya empleó en Conversaciones con mi jardinero y Mis tardes con Margueritte: un solitario hombre maduro -en este caso, postrado en un hospital- se ve obligado a reevaluar su vida y consigue mejorar como persona tras interactuar con gente a la que en condiciones normales ignoraría. El humanismo de brocha gorda típico de Becker es agravado por una factura de telefilme y un ritmo repetitivo que otorga a la cinta una capacidad para el tedio impropia de su escueto metraje. N. S.
Jean Becker