Combate dialéctico en La Villarroel

CRÓNICA 'Bangkok' atrapa por su intriga y por la gran labor de su pareja de actores

Álvarez Novoa, y Dafnis Balduz, cara a cara. / DAVID RUANO

El vestíbulo de un aeropuerto. Un hombre mayor duerme en un banco con una maleta. Está solo. De pronto, a primera hora, aparece en la sala un guarda de seguridad. Luce el típico chaleco amarillo y un guante de cetrería en la mano derecha. Se encarga de cuidar a halcones y hurones para seguridad de los aviones... Algo habitual en los aeropuertos, pero no en los que están inactivos como este porque no tiene vuelos. El joven, sorprendido, pregunta al visitante qué hace allí. Responde que espera iniciar su viaje a Tailandia, para «perderse entre la gente». Es Bangkok, la pieza de Antonio Morcillo que ganó el premio SGAE de teatro en el 2013 y que se estrena en La Villarroel dentro del festival Grec.

Las intenciones del autor y director no están, por lo tanto, maquilladas con referencias tan directas como el inefable aeropuerto de Carlos Fabra en Castellón, símbolo de un país de pandereta. Le sirve para dibujar un entorno con aire de esperpento y tragicomedia, en el que da marco a las ideas de los personajes. El mayor se alinea con los que «manejan el cotarro» y combate las ilusiones de su oponente, un joven muy formado cercano a los antisistema y con un mísero trabajo. Más que por ese mensaje, que todos compartiríamos y tantas veces denunciado, Bangkok atrapa por un pulso construido frase a frase y por la intriga sombría que planea siempre sobre el escenario. ¿Qué pasa y por qué? Son preguntas que se hace el público y no conviene desvelar. El veterano Carlos Álvarez-Nóvoa (75 años) despliega magisterio y energia, mientras Dafnis Balduz deja otra huella de su camaleónica capacidad actoral.