CRÓNICA

La eficacia pop de Maroon 5

El grupo de Adam Levine encadenó 'hits' en el Sant Jordi

Adam Levine, durante el concierto de Maroon 5 en el Palau Sant Jordi. / FERRAN SENDRA

Maroon 5 llevan 12 años de actividad como máquina expendedora de singles, pero hasta el pasado domingo no habían recalado en Barcelona. Era fácil advertirlo en el paisaje del Sant Jordi: los fans acumulados durante más de una década a base de estribillos pegajosos y sensualidad soul-R&B coparon hasta las filas más inhóspitas del pabellón.

El grupo de Adam Levine traía consigo un dispositivo de luces vistoso, pero el espectáculo estaba, a veces, fuera del escenario, con las pantallas de los móviles ejerciendo como constelaciones de muchas estrellas en perpetuo movimiento. Desde el comienzo con Animals, la banda de Los Ángeles apenas dio oportunidad al resuello, encadenando hits (y no tantos de ellos baladas) sin apenas dirigirse al público, en una especie de mixtape creada en directo. Entre Animals y One more night, sirvió de puente el fragmento del Monster de Kanye West, quien hace unos años contó con Levine para su tema Heard 'em say.

Saltaron frenéticamente de One more night a Stereo hearts -colaboración del líder del grupo con Gym Class Heroes- y de aquella a Harder to breathe, en la que por una rara vez la atención se movió del incansable, atlético Levine al batería Matt Flynn, más salvaje de lo habitual en este tema de su primera y más rockera época.

Para que no se diga que no saben aprender de los errores, Lucky strike sonó quizá menos forzadamente dubstep que en la versión original. Love somebody (muy Robyn) es un asalto más exitoso a la estética dance-pop, aunque queda lejos de sus temas realmente intocables, como This love, atacada, curiosamente, antes de los bises, y aprovechada por Levine para recordar que sabe tocar la guitarra. (También se marcó unos guitarrazos en el final épico de Daylight).

ESPECIE DE TRIBUTO A JACKSON / Una jamsession destinada a presentar a toda la banda hizo bajar un poco el ritmo, poco después recuperado gracias a Makes me wonder, otro de sus mejores temas, una especie de tributo a Michael Jackson con la pista de patinaje como escenario ideal.

Levine tardó en quitarse la camiseta, pero finalmente lo hizo. Fue casi al final del bis, a la altura de otro hit insultantemente pegadizo como Moves like Jagger, con el que Levine tampoco bailó demasiado, y eso que al final de la flecha-pasarela dispuesta ante el escenario tenía sitio de sobra. En el mismo bis sonaron This summers gonna hurt like a motherf***erShe will be loved y esa Sugar tan similar a ratos al I would die 4 u de Prince.

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