Jacques Audiard toca el cielo

'Dheepan', el filme del francés, gana la Palma de Oro y desbanca a 'Carol, de Todd Haynes, favorita en las quinielas

Vincent Lindon es elegido mejor actor y Emmanuelle Bercot y Rooney Mara, mejores actrices 'ex aequo'

Jacques Audiard recibe la Palma de Oro de Cannes. / REUTERS / REGIS DUVIGNAU

Que el cine francés fuera el gran triunfador del Festival de Cannes en una edición cuya polémica estrella –al menos una de ellas– ha sido la baja calidad de las películas galas a competición es una ironía gracias a la que este domingo se han descorchado muchas botellas de champán. Y, todo sea dicho, lo cierto es que casi ninguno –casi– de los premios otorgados a los artistas locales se puede catalogar de injusto. Por de pronto, conceder la Palma de Oro 'Dheepan', de Jacques Audiard, es injusto más que nada porque conlleva relegar al olvido a 'Carol', de Todd Haynes, la gran y merecida favorita.

Audiard es un director de películas camaleónicas. 'De latir mi corazón se ha parado' (2005) era una intriga de gánsteres que se convertía en un melodrama; 'Un profeta' (2009) era cine carcelario que mutaba en epopeya criminal; 'De óxido y hueso' (2012) pasaba a lo largo de su metraje de ser el retrato de una discapacidad a sumergirse en el submundo del kick boxing y, finalmente, se resolvía a modo folletín. Y digamos que 'Dheepan' encaja a la perfección en la filmografía del francés.

Capacidad para el lirismo

En efecto, lo que empieza como un retrato escrupulosamente naturalista de un trío de inmigrantes de Sri Lanka que recalan en París se convierte en un 'actioner' de Bruce Willis en su tercer acto. Si suena raro es porque lo es, pero funciona, en buena medida por la singular capacidad para el lirismo de Audiard y porque está puesta al servicio de una historia de amor llena de ternura.

En todo caso, no le llega a la suela del zapato a la ganadora del Gran Premio Especial del Jurado, 'Son of Saul' ('Hijo de Saúl'), demoledora mirada al Holocausto y en concreto a los Sonderkommando, judíos obligados en Auschwitz a ayudar a los nazis en las labores de exterminio. El húngaro Laszlo Nemes orquesta una sucesión de planos excepcionalmente complejos por su movimiento, ritmo y duración que raramente se alejan del rostro de su protagonista y, por tanto, mantienen las atrocidades del Holocausto al fondo, desenfocadas. Aun así, contemplando 'Saul fia' nos sentimos sacudidos, destrozados, casi traumatizados pero, sobre todo –y es eso lo que distingue la película de tantas otras sobre el tema– nunca manipulados.

Poemas con imágenes

Como la de Nemes, la presencia en el palmarés del taiwanés Hou Hsiao-Hsien también había sido anticipada por todas las quinielas. Otorgarle el premio al Mejor Director significa reconocer su capacidad inacabable para hacer poemas con imágenes. Y es que su nueva película, 'The assassin', es una de las más hermosas jamás proyectadas en este festival. También irreprochable es la elección del francés Vincent Lindon como Mejor Actor. En 'La loi du marché', en la piel de un hombre que trata desesperadamente de sacar adelante a su familia, Lindon se erige en un maestro del silencio: su cara, sus ojos, su aspecto derrotado, son el retrato más fiel y revelador posible de la ansiedad y la frustración.

Mucho más cuestionable, por último, resulta la decisión del jurado que presidían los hermanos Coen respecto el premio interpretativo femenino, concedido 'ex aequo' a Emmanuellle Bercot Rooney Mara, por varios motivos. Primero, porque el histerismo desplegado por Bercot en 'Mon roi' queda en evidencia si se compara con la prodigiosa sutileza de Mara en 'Carol'. Segundo porque, decíamos, limitar la presencia de 'Carol' en el palmarés a un premio interpretativo –o, más exactamente, medio premio– es una lamentable injusticia contra la que sin duda fue la mejor película presentada este año a concurso. El director Todd Haynes es uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo, pero tendrá que seguir esperando ese galardón que finalmente lo reconozca como tal.