Robbie 'showman'

El estrella británica revivió sus éxitos, coqueteó con el swing y versionó a Queen en el Sant Jordi

Robbie Williams, en un momento de su actuación en el Sant Jordi, ayer. / CARLOS MONTAÑÉS

De adolescente fue el chico del póster junto con sus compañeros de Take That, luego presumió de libertad y estrellato hecho a sí mismo, y ahora, a los 41, Robbie Williams ya comienza a parecerse a un clásico pop que se relame mirando hacia atrás y reviviendo sus logros. Canciones que evocan emociones en fans como los que anoche llenaron el Palau Sant Jordi, en su regreso a Barcelona después de 11 años.

Música y, también, una actitud que sigue haciendo del británico una especie de eterno gamberrete del mainstream,  como si no llegara a tomarse su personaje excesivamente en serio. El pop, en sus manos, puede convertirse en swing o folk, y mezclar guiños a los crooners y versiones de Queen, porque es él quien convierte ese material en un reluciente juguete caro, Anoche, mezcló todos sus registros conocidos y por conocer, incluyendo ocurrencias chistosas y coqueteos con las fans, si bien la base la puso su colección de hitos pop, algunos con fibra rockera, como ese Let me entertain you que da título a la gira y que parece una (buena) canción de The Who en 1972. Abrió con ella el concierto a todo trapo, tocado por unos cuernos demoniacos como los que lució hace 20 años en una gira de Take That, Y de ahí a Rock dj, carne de videoclip, y a una catarsis rockera con We will rock you, de sus queridos Queen, fundida con I love rock'n'roll, de Joan Jett.

Bienvenida de impacto, sustentada por una banda con metales y un cuerpo de coristas en primer plano. Versión de Royals, de la neozelandesa Lorde, y un The road to Mandalay con fibra acústica y las chicas suecas de Baskery, las teloneras. Y un Robbie ya más relajado, lo cual significa que podía agacharse para besar a una fan («bésame mucho, you too») y bailar a su más bien torpe manera mientras jugaba a ser crooner en Minnie the moucher y Swing supreme. Entramos en un tramo un poco loco del concierto, con un Ignition, de R. Kelly, a cappella, el guiño doo-wop de Shout, de The Isley Brothers, y un Better man que afrontó con la guitarra acústica. Asombro: a la hora del estribillo apareció su padre, sí, el señor Peter Williams, para cantarla con porte de galán otoñal de Las Vegas (o, mejor, Atlantic City). Gestos de orgullo: «He's my dad! .

ESTRIBILLOS PRESTADOS / El guión recuperó cierta ortodoxia pop con Let love be your energy (inesperada: no la interpretó el miércoles en Madrid), que fundió con el estribillo de Hey, Jude de los Beatles, de igual manera que Come undone condujo a un fragmento de I still haven't found what I'm looking for, de U2. El cantante, con falda (que levantó en algún momento), formulando un «momento George Michael», dijo, con una fugaz cita a Freedom, y subiendo a escena a una fan, Mónica, como partenaire erótico-festiva de Candy.

Un Williams serio y un poco melancólico brilló en No regrets y en un Feel que condujo a la traca final con MillenniumKids (con injertos de Led Zeppelin y AC/DC) y, en los bises, todo un Bohemian rhapsody, de Queen, al completo (y ciertas dificultades vocales), y Angels. Espectáculo, brillos pop y unos toques de rock'n'roll a medida. Robbie ha vuelto.

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