El trovador madrileño acude este sábado a Barnasants para mostrar el cancionero confesional de su cuarto disco, ‘El monstruo del armario’ (Luz de Gas, 21.00 horas).
-Acudió al micromecenazgo para financiar su último trabajo y consiguió casi 24.000 euros, el doble de lo que necesitaba. ¿Marca ese método el camino a seguir?
-Quizá, porque las multinacionales ya no invierten y te lo tienes que hacer tú. Si tienes un público fiel te puede ir bien. El problema es que un disco bien hecho vale dinero y la gente no puede trabajar gratis.
-¿Se empieza a entender eso?
-Depende de quién. Nosotros no vamos explicando lo que ganamos y la gente se sorprende cuando dices lo que te quedas de un concierto.
-¿Cómo se crea ese público fiel?
-Llevando muchos años. Yo ya llevo 16 o 17 dando conciertos, grabando primero maquetas y luego discos. Empecé como bajista en un grupo de metal, luego otro pop, otro de fusión de rock y rumba... Terminé de cantautor un poco por casualidad.
-¿Por casualidad?
-Sí, porque grabé una maqueta para que no se perdieran mis canciones, un amigo me animó a presentarme a un concurso de cantautores y lo gané. Eso me dio ánimos.
-Tocó muchos estilos y eso se refleja en su nuevo disco, donde hay folk-rock, pop, aires latinos...
-Sí, me gusta ir por encima de los géneros. No soy un cantautor clásico.
-Su primer disco lo produjeron Pancho Varona y Antonio García de Diego, y en este cuenta con Aute. ¿Le inspiran los cantautores clásicos?
-Sabina y Aute siempre me han gustado. Aute es un referente. Aquí tendemos a olvidar a nuestras grandes figuras. Tendríamos que aprender de Estados Unidos y el Reino Unido.
-¿Siente que ha ido construyendo un público en Barcelona?
-Sí, aunque Barcelona para los cantautores es una plaza difícil, aunque parezca raro. Tira más hacia el indie y las últimas tendencias. Quizá es que es muy moderna y la etiqueta de cantautor suena antigua.