Interferencias

'Ciutat morta' duele

El sábado de gloria del canal El 33, Twitter desató un fin de semana de furia. Cerca de 600.000 espectadores se agitaron ante el televisor con Ciutat morta. El documental había logrado sacudir conciencias, desnudar vergüenzas y alimentar la sensación de que somos un sociedad narcotizada a la que le sientan bien las teorías de la conspiración.

Personalmente tengo que decir que con la patada en el estómago propinada por el documental me sumé al speaker's corner para musitar: #Ciutat morta duele. Duele mucho. Julia Otero hizo un RT con el añadido «Y, sobre todo, avergüenza a nuestro gremio». El eco del mensaje se multiplicó como tantos otros. Esa madrugada quedó la idea de que, como siempre, la prensa está entregada al sistema, que somos parte de la casta, que no nos queremos enterar y que trabajamos al servicio de los poderes fácticos. ¡Cómo llegamos a flagelarnos! ¡Qué manera de convencernos de que no damos ni una y de que no habíamos sabido relatar todo aquello subrayado por Ciutat morta!  Hasta Jordi Évole, nuestro referente, se desnudó por todo el gremio. ¿Dónde estábamos cuando sucedía todo este drama?

En los tiempos vertiginosos de internet y las redes sociales no queda tiempo para la reflexión. La ansiedad, las ganas de disparar antes que nadie, nos condujo a una frustración equivocada. La memoria es frágil y el temor a la vergüenza es superior. Nueve años después de la batalla entre policías y okupas, y seis años del juicio sobre el llamado caso 4-F, afirmo que los periodistas de este diario no lo hicieron tan mal. Las principales denuncias que recoge el documental están en el disco duro de nuestros archivos.

Ciutat morta duele, duele fuerte. Aun siendo la visión de una parte de lo sucedido aquel 4 de febrero en Barcelona, queda mucho por hacer.  A todos nos gustaría vivir en un país mejor. Sin ciertos policías de método salvaje. Con mejores jueces. Sin idiotas que llegan a alcalde. Sin familias castigadas sin vivienda y trabajo. Sin trampas ni mentiras.

En noviembre hará 40 años de la muerte de Franco. Hay veces que aún se siente su fétido latido.