Jonny Pierce, cantante de The Drums, prometía el domingo en una entrevista en EL PERIÓDICO que habría «montones y montones de canciones» en Razzmatazz (2, finalmente) esa misma noche. Y la banda de Nueva York cumplió su promesa: más de dos decenas de canciones desenvainaron en una actuación que, además, mantuvo altas cotas de intensidad casi todo el tiempo.
Tras un arranque atmosférico (Bell laboratories), se dieron a lo que mejor saben hacer: el hit de pop dinámico pero oscuro, con giros inquietantes sobre todo en letras. Influjo claro de los 80 pero poca mímesis. Jonny Pierce es un líder original, nutrido de Morrissey y Marc Almond y hasta de Ian Curtis pero con su propia voz y sus propios bailes, casi siempre incluyendo el cable de micro. Por su parte, Jacob Graham -el otro componente restante de la formación original- se encargaba de toda clase de máquinas con estoicismo de estatua. A la altura del reciente single I can't pretend, se marcó una gran lección de Theremin.
No se dejaron nada, al menos que yo sepa. Cayeron las mejores del nuevo disco Encyclopedia -oro para I hope time doesn't change him- y repasaron todos sus hits, del ínclito Let's go surfing a Money, pasando por Best friend, Forever and ever amen y tantos otros. Casi parecía una gira de grandes éxitos. Así de buenos son los The Drums en el arte de hacer canciones pegajosas.