CRÓNICA

Vigor proto-punk

The Dictators renacieron con un vigoroso repaso a sus clásicos en Bikini

The Dictators, durante su actuación en la sala Bikini, / FERRAN SENDRA

Cuando, en 1975, The Dictators publicaron Go girl crazy!, el punk aún no había sido bautizado, pero su rock'n'roll callejero, su vuelta a lo básico como reacción al gigantismo virtuoso de los supergrupos de la época, tenía los ingredientes propios de la insurrección que arreciaría dos años después. Un punk-rock con guitarras filometálicas, como la que manejaba Ross The Boss Friedman, futuro miembro de Manowar, que el domingo subió al escenario de Bikini junto a otro compinche de los viejos tiempos, el cantante Richard Handsome Dick Manitoba.

Al trío central le falta un vértice, Andy Shernoff, su autor principal, ausentado de la reunión del 2011, y por eso el grupo, técnicamente, se llama ahora The Dictators NYC. Pero, en los conciertos, la ausencia no resulta trágica. Tienen a Daniel Rey, productor de Ramones, como segunda guitarra, y el quinteto chuta y transmite un creíble orgullo por un material que aguanta con vigor el paso del tiempo. Riffs esencialistas, que heredan la ferocidad del rock Detroit, y canciones vitalistas y divertidas. «Tenéis que contarle a vuestros hijos lo cool que es el rock'n'roll», gritó Manitoba con voz ronca, como si comenzara a sospechar que el rock es un simpático objeto de museo.

RUMBO A MC5 / Ya saben sus fans que el grupo no se caracteriza por la generosidad de sus conciertos, y el de Bikini consistió en una hora y 13 canciones. Empezando por New York, New York, citando su disco de regreso en el 2001 (Avenue B, Who will save rock'n'roll) y tirando de clásicos: de The next big thing a The Minnessota strip, y de su versión de Flamin' Groovies, Slow death, entre guitarras inflamadas («hay que hablar de esa banda de San Francisco para que nadie la olvide») a la de Kick out the jams, de MC5. Manitoba cantó Baby let's twist entre el público y tuvo fuelle para rematar la noche con Two tub man y Stay with me. «Estoy orgulloso de estar aquí con este hombre después de 40 años», exclamó mirando a Ross The Boss. Bikini asintió, complacido.