Los estrenos de cine de la semana

Maléfica, la gran bruja Disney

Angelina Jolie interpreta a la némesis de la Bella Durmiente en esta relectura del cuento clásico

NANDO SALVÀ
LONDRES

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Del mismo modo que, tras ser dejados atrás por la evolución, los dinosaurios se transformaron en valiosas reservas petrolíferas, todos esos cuentos populares con princesa de por medio que Disney exprimió con sus películas -y sus colecciones de muñecas- han resultado ahora tener una segunda vida como recurso que explotar y con el que seguir haciendo caja. Eso explica que, de repente, el célebre estudio se haya fijado en los villanos de esos relatos y haya decidido que, después de todo, no son mala gente sino seres complejos e incomprendidos.

Si el año pasado Frozen: el reino del hielo nos demostró que la Reina de las Nieves no era una arpía, como la había imaginado Hans Christian Andersen, sino una víctima de las circunstancias con corazón de oro, ahora Maléfica nos explica que la némesis de la Bella Durmiente, una de las villanas paradigmáticas de la cultura pop, es muy en el fondo (pero mucho) un pedazo de pan.

La génesis de la fábula de La Bella Durmiente, recordemos, se remonta a más de 300 años. La bella durmiente del bosque, publicada en 1697 por Charles Perrault, fue la materia prima en la que luego se basaron tanto los hermanos Grimm en uno de sus Cuentos para la infancia y el hogar (1812), primero, y el clásico animado de Disney de 1959, después.

LAVADO DE IMAGEN / Debut tras la cámara de Robert Stromberg -diseñador de producción de Avatar y reputado artista de efectos visuales cuyos créditos incluyen El laberinto del fauno, Los Juegos del hambre y La vida de Pi-, Maléfica actualiza esas fuentes adoptando el punto de vista de la bruja que lanza un furioso hechizo sobre la Princesa Aurora. El objetivo, decíamos, es el mismo tipo de lavado de imagen que el musical de Broadway Witched logró para Elphaba, la Malvada Bruja del Oeste de El Mago de Oz: crear una historia de origen que le dé al personaje un motivo tan contundente para dejar de ser un hada buena y convertirse en una bestia vengativa que nadie en su sano juicio dudaría de su derecho a fantasear con el infanticidio.

A través de una voz en off al principio de la película, somos arrojados a una tierra dividida en dos. Una parte pertenece al mundo de los hombres, la otra a las criaturas mágicas. En esta última, la joven y risueña Maléfica tiene una vida pacífica e idílica -que se llame así, aparentemente, es casualidad-.

Un día conoce a un muchacho, Stefan, a quien no tarda en considerar más que un amigo. Sin embargo, el amor se ve contaminado por los celos y la ambición: Stefan traiciona a Maléfica con el fin de convertirse en rey, y ella se transforma en la villana que conocemos, y como consecuencia la toma con Aurora (Elle Fanning), hija de Stefan. El 16º cumpleaños, el dedo pinchado con la rueca, el sueño eterno. Como nos lo contaron de pequeños.

La diferencia es que aquí la maldición la lanza una mujer herida que, de hecho, no tarda en mostrar signos de arrepentimiento. Más aún, pronto se convertirá para la joven en reacia hada madrina y hasta en figura materna en toda regla. Tanto es así que, al final, en esta versión del cuento, el amor verdadero que todo lo cura no tiene nada que ver con el típico romance de los que se celebran comiendo perdices.

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MUJER INCOMPRENDIDA / No tiene sentido preguntarse en qué medida están los cambios en el perfil del personaje titular influenciados por el hecho de que sea Angelina Jolie quien le da vida. Después de todo, ella es la verdadera ideóloga de Maléfica. Ha pasado años tratando de hacer realidad el proyecto y, viéndola en pantalla, se entiende por qué. El rostro modificado digitalmente para enfatizar los ángulos --sus pómulos parecen cuchillos de cocina--, los serpentinos cuernos, el tocado negro, es el personaje que Jolie nació para interpretar: una mujer incomprendida que pierde su alma por un momento a causa de las crueldades del mundo, y que en última instancia protagoniza una dramática redención que le permite no solo crecer sino, tal vez, convertirse en uno de los héroes más icónicos de Disney. Al menos hasta que los estudios decidan producir películas sobre la reina malvada de Blancanieves, Cruella de Vil o el tipo que mató a Bambi.

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