FANTASÍA

La bella y la bestia Romance muy gélido

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Chrisophe Gans

Paladín del cine de género en una cinematografía tan de autor como es la francesa, Christophe Gans, fundador de la revista Starfix y director de la muy notable El pacto de las lobos, hace ya 13 años, se enfrenta con el relato clásico de la bella y la bestia en un filme que no alcanza las cotas de imaginación y desborde visual del anterior filme citado del director.

Gans respeta más o menos el cuento original, aunque introduce personajes y figuras de su cosecha como una especie de gremlins más modestos y unos gigantes de piedra que parecen surgir de una fantasía de Terry Gilliam.

Pero cuando intenta invocar la poesía entre romántica y enfermiza presente, por ejemplo, en la adaptación que realizara Jean Cocteau en 1946, la película de Gans palidece en cualquier intento de comparación. Es demasiado fría, encorsetada; la interpretación distante de Léa Seydoux no ayuda en este sentido por mucho que su oponente, Vincent Cassel, quiera en todo momento transmitir la desazón y el tormento que hunde a su personaje, un humano convertido en grotesca bestia por culpa de su infame actitud, de manera arrebatada y con filigranas gestuales más propias del cine gótico.

La bella y la bestia tiene momentos de gran belleza visual, como las inversiones entre presente y pasado a partir de efectos especulares o decorados giratorios, o una secuencia en el lago. Pero se trata de planos aislados en un conjunto demasiado desangelado para la historia turbadora y distinta que se relata. Q. C.