Si esto fuera una crónica de Tom Wolfe el texto estaría salpicado de click, click, click, click y más click. Sus queridas onomatopeyas. El sonido de las incansables cámaras que ayer en la sala Gaudí de la Pedrera documentaron sin descanso, click, click, click, de frente, de perfil, en plano cenital y en contrapicado durante más de dos horas, el tiempo del 'photo-call' y el de la rueda de prensa, al Amo del Universo del Periodismo Norteamericano, hoy decepcionado con el declinante papel de la prensa.
Tom Wolfe en su primera visita a España –un país del que lo ignoraba casi todo, incluso el hecho de que tuviéramos un rey– ha venido a presentar 'Bloody Miami' (Anagrama / Columna) y de paso a visitar Barcelona durante una semana con su esposa, Sheila, una década más joven.
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