Semana Internacional de Cine de Valladolid

Pepe y Conchita recuerdan

Concha Velasco y José Sacristán repasan su trayectoria en los platós buscándose la vida «a brazo partido»

Los dos actores, historia viva del cine español, reciben la Espiga de Honor

Historia viva del cine y el teatro 8 Concha Velasco y José Sacristán, ayer en la Seminci de Valladolid. / EFE / NACHO GALLEGO

José Sacristán conoció a Concha Velasco cuando él se ganaba la vida vendiendo libros de Círculo de Lectores por los camerinos de los teatros. En uno de ellos encontró a Conchita, que por aquel entonces era bailarina de la compañía de Manolo Caracol. «Íbamos al teatro a ver los muslos de las mozas», comentó ayer el actor, que repasó entre risas y anécdotas su trayectoria profesional. Lo hizo en la Seminci de Valladolid, donde ambos -imprescindibles en la historia del cine y el teatro español- fueron reconocidos con la Espiga de Honor.

El de la Seminci es un premio que tienen en común junto al Goya que recibieron por primera vez este año. Sacristán -nacido en Chinchón hace 76 años- lo obtuvo por su papel de héroe crepuscular de El muerto y ser feliz. Y Velasco -vallisoletana de 73- por toda su carrera. Una carrera en la que ambos solo han intentado hacer dos cosas: divertirse como niños y buscarse la vida «a brazo partido». Una carrera que empezó con un sueño. Él quería ser Tyrone Power. Y ella, Elizabeth Taylor. «Por eso me dibuja un lunar», contó Velasco señalándose la mejilla.

Los inicios de ambos fueron duros. Menos mal que hubo directores como Lazaga, Ozores y Saénz de Heredia que les dieron la oportunidad de trabajar. «A ellos les debemos que saliera agua caliente de nuestras casas», comentó la homenajeada tras hacer hincapié en que gracias al cine español su familia ha vivido muy bien y su madre se sintió orgullosa de aquella niña que quiso ser artista.

Sin conocerse bíblicamente

La chica de la Cruz Roja y el Pepe que se fue a Alemania a buscarse la vida han hecho de todo encima de los escenarios y los platós. Todo menos una cosa. «Bíblicamente no nos conocemos. Y muy a mi pesar. Ya sé que Concha está últimamente despendolada y anda diciendo a los periodistas que yo le gusto mucho, pero es que estoy religiosamente casado», bromeó Sacristán ante una emocionada Velasco, que si en la vida real ha sido «la malquerida», en el cine no se le ha resistido nadie, ni siquiera Fernando Fernández Gómez, el actor que, según confesó al recibir el Goya, mejor la besó en pantalla.

Hablando de sus años mozos, los dos recordaron cómo la tarde de la intentona golpista del 23-F ambos siguieron adelante con una obra de teatro en la que se nombraba a Franco. Salieron a escena después de escuchar los disparos por la radio. «De manera natural, y sin acordarlo previamente, ninguno de los dos dijo el nombre de Franco. Lo sustituimos por la expresión 'ese señor'». Genio y figura.