entrevista con el cantautor

Kris Kristofferson: "El mundo le debe mucho a Bob Dylan"

Kris Kristofferson, en julio del 2010, en Sant Feliu de Guíxols, antes de actuar en el festival de Porta Ferrada. / ARCHIVO / FERRAN SENDRA

El cantautor y actor tejano, autor de Me and Bobby McGee y coprotagonista, con Barbra Streisand, de Ha nacido una estrella, debuta hoy en Barcelona (Barts, 21.00 horas) tras más de cuatro décadas de carrera discográfica. Un recital único en España.

-¿Cómo está, señor Kristofferson?

 

-Bien, un poco viejo, pero bien...

-¿Es eso un problema?

-De hecho, no, aunque ya he cumplido 77 años. Pero no afecta a mi trabajo porque mi trabajo es mi vida.

-¿Fue siempre así?

-Sí, comencé a componer canciones cuando era un crío. La primera, a los 11 años. Ha sido siempre una forma de expresión natural para mí.

-Creció en el sur de Tejas, un lugar en el que sonaba música mexicana.

-Sí, crecí en el valle del Río Grande, y hablé español antes que inglés. Escuchaba country y música ranchera mexicana, y ambas se hicieron con un sitio en mi corazón. Mis padres viajaban y me cuidó una mujer maravillosa, Juanita Cantu. Me salvó.

-¿Por qué lo dice?

-Porque mis relaciones con las mujeres siempre han sido buenas, y creo que ella es la razón.

-Su padre era militar y usted se enroló en el Ejército. Pero lo dejó.

-Sí, y una semana después me fui a  Nashville, y eso cambió mi vida.

-Conoció a Johnny Cash.

-Él me puso en el escenario en el Festival Folk de Newport, y llevó las letras de mis canciones en su maleta.

-¿Tuvo algún impacto en usted la electrificación de Bob Dylan?

 

-No hay nadie más influyente que él. Cambió la música y convirtió los textos en poesía. Le estoy agradecido. El mundo le debe mucho a Dylan.

-Estuvo presente en las sesiones de Blonde on blonde, en 1966.

-Sí, en el estudio de CBS de Nashville. Limpié sus ceniceros y fue un honor. Yo estaba habituado a sesiones en las que grababas tres canciones en tres horas, pero Dylan podía pasarse una noche sentado al piano mientras los músicos jugaban a ping-pong. A las siete de la mañana les llamaba y grababan una obra maestra.

-¿Creía ya entonces que lo era?

-Sí, era consciente de que estaba haciendo algo que nadie más hacía.

-Su música primó la pureza acústica, con pocas influencias pop.

-Hago lo mejor que puedo para expresar mis sentimientos. Me siento bendecido por mi éxito, que me ha permitido sustentar a mi familia y viajar por todo el mundo.

-¿Le fue difícil mantener su carrera musical cuando triunfó en el cine?

-Sí, antes tenía que hacer películas para pagar mi banda y mis giras. Pero ahora todo es distinto. Hago lo que me apetece, y mi mujer va conmigo y se ocupa de todo, del escenario, si me he olvidado de una letra... No hacemos nada que no querramos.

-Dolor, soledad, tristeza... ¿Son los materiales más inspiradores?

 

-Muchas canciones country, como las de Hank Williams, son tristes. Hacer una canción es una manera natural de canalizar la tristeza.

 

-En su nuevo disco, Feeling mortal, habla de la decadencia y la brevedad de la vida. ¿Exponerse es un deber?

 

-Bueno, el poeta William Blake lo expresó bien cuando dijo que «a quien está dotado para la comunión espiritual, si entierra su talento, la tristeza y la desesperación le perseguirán hasta después de la muerte».