Marcus Goldman es un joven escritor angustiado por repetir su primer y único best-seller. Harry Quebert, un prestigioso novelista que vive, solitario, en una mansión costera de la costa de Nueva Inglaterra, y que ha sido su padrino literario desde la universidad. Nola Kellergan, una chiquilla de 15 años que se enamoró de Quebert, desapareció en 1975 y cuyo cadáver aparece, ahora, enterrado en su jardín. Goldman intenta explicar lo sucedido en su nuevo libro. Quebert resulta que ya lo hizo... Y Joël Dicker es su creador, un abogado suizo al que a sus 28 años le acaricia el éxito a lo grande con la novela que explica la historia (mejor, las novelas, y las historias) de todos ellos, 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' (Alfaguara / La Campana).
En septiembre del 2012 llegaba a las librerías francesas 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' y en octubre, en la Feria de Fráncfort, decenas de editoriales ya se habían dado bofetadas por conseguir los derechos de traducción. Ganó el gran premio de novela de la Academia Francesa y el Goncourt des Lycéens, y ha vendido 540. 000 ejemplares. Su gira para promocionar las traducciones al castellano
y al catalán ha sido triunfal.
La crítica ha secundado este éxito, con algunas excepciones en Francia. Más allá de las reseñas aguafiestas y de los elogios acríticos que lo comparan con Philip Roth, Enrique de Hériz lo defendió en este diario como un 'thriller' modélico cuya trama "se aplaudirá y estudiará en los talleres de escritura".
Preguntado por qué son algo empalagosos los diálogos entre Harry Quebert y Nola, el escritor contesta: "Uno de los fallos del libro, para mí, es esa relación. Recuerde que llevaba cinco libros rechazados. Y tenía miedo de que cualquier elemento sexual en la relación entre Harry y Nola causase el rechazo de los editores, y lo considerasen pedófilo, que esa relación era asquerosa. Por eso eliminé todos los aspectos sexuales y eróticos de su relación, que pasó a ser muy naíf, con palabras pero sin actos amorosos. Creo que fue un error, que como escritor tendría que haber asumido mi responsabilidad: que esa relación fuese como yo creo, con sexo incluido aunque ella tuviese 15 años. O bien hacer que ella tuviese 20 años. Tenía que decidir y tuve un punto de debilidad. Para mí es un alivio ver estos errores. Soy demasiado joven para escribir una obra maestra".
>> Lea la entrevista completa con Joël Dicker en e-Periódico.