CRÓNICA

Katie Melua, en su mundo

La artista viajó del pop onírico al blues en el Grec

Katie Melua, la noche del pasado miércoles en el Grec. / FERRAN NADEU

Katie Melua dice que le preguntan a menudo cuál es su estilo musical, y ella sale del trance como puede, apelando a la naturalidad, la inquietud, el eclecticismo... Lo contaba el miércoles en el Grec, después de abrir el recital con un canto onírico de película ('Secret symphony'), seguir con una pieza pop de desarrollo discotequero ('The house') y añadir luego un asalto folkie con guitarra acústica ('If you were a sailboat'), y antes de precipitarse en brazos del blues con 'My aphrodisiac is you'. Melua tritura las leyes de cómo debe un artista ofrecerse al público, y no le va mal. Seguramente, el hilo conductor es ella misma: esa voz que puede moverse entre la extrema sensibilidad y el acento 'roots'.

En su última obra aparece envuelta en vaporoso arreglos orquestales, pero en directo Melua se decantó por texturas más básicas y recuperó registros bluesísticos que quedaron bastante relegados en su anterior gira, cuando presentaba 'The house'. Demostró que algunas de esas nuevas canciones sobreviven a otros enfoques, como 'Better than a dream', composición majestuosa y sofisticada que interpretó a voz guitarra. Lástima que no añadiera a esa secuencia 'Gold in them hills', la canción de Ron Sexsmith que abre el disco y que podría dar envidia a Joanna Newsom.

Control de azúcar

Melua se puso cabaretera en 'A moment of madness' y cultivó la canción lánguida y fantasiosa en 'Call off the search'. Pero hubo abundante fibra bluesística a través de citas a John Mayall ('Crawling up a hill'), Bo Diddley ('You don't love me') y Janis Joplin ('Kozmic blues'), y de piezas como 'Moonshine' y 'Mockingbird song'Es un material que resuelve con estilo y con el que compensa los posibles excesos de azúcar de otras parcelas de su repertorio, pero no es ahí donde exhibe su sello más personal.

Quizá Melua tenga miedo a ser tachada de sentimental o blanda, terribles insultos en ciertos ámbitos. Pero no hay nada malo en bellas piezas como 'Nine million bycicles' y 'The closest thing to crazy'ni en la acústica 'I cried for you', que cerró la noche. La belleza no debe ser penalizada.