CRÓNICA

El músculo de Roberto Fonseca

El pianista sorteó los problemas técnicos con una exhibición de fuerza

El pianista Roberto Fonseca, durante el concierto del miércoles en Apolo. / FRANCESC CASALS

Iba a ser la presentación en Barcelona del nuevoYode Roberto Fonseca, el disco con el que el pianista cubano da un giro hacia sonidos eléctricos y se baña en la espiritualidad africana. Pero el miércoles en Apolo, la tecnología no estaba alineada con los espíritus. Y bien entrado el concierto, cuando la sala ya había entrado en calor y Fonseca y su banda se disponían a dar el do de pecho, al pianista se le rebelaron las máquinas. El ordenador, que hasta entonces había disparado voces búlgaras y timbres electrónicos, enmudeció. Fonseca intentó reanimarlo pero tuvo que rendirse. «Plan B», dijo con resignación.

Y a Fonseca le pueden fallar las máquinas pero no las manos. Unas manos fuertes, ensortijadas, que golpearon las teclas del piano con un toque implacable y a la vez transparente y claro, como le enseñaron los venerables soneros de Buena Vista Social Club a los que ha acompañado durante años.

MEZCLA DE CULTURAS/ La música de Fonseca, incluso cuando se arrebata -cubano de pies a cabeza- llega clara.Yohabla de mezcla de culturas, escenificada en Apolo por la presencia del músico de Malí Baba Sisoko, que a la voz, la percusión y el ngoni, un rudimentario instrumento de cuerda, puso el color africano a la música del pianista. Fonseca y Sisoko se reservaron los momentos más íntimos de un concierto que tuvo todo lo que cabe esperar de un músico cubano versado en el jazz y la música de su país. Explosiones de fuerza, pasajes líricos, hipnóticas amalgamas rítmicas y el peaje de las exhibiciones técnicas en forma de solos. Falta saber qué nos perdimos por culpa de la rebelión de las máquinas. Pero habrá ocasión: Fonseca cuenta que tiene entre ceja y ceja explorar los ritmos electrónicos del dubstep inglés. Sigue su búsqueda.