Elena Anaya superó ayer a Salma Hayeck (La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia), Verónica Echegui (Katmandú. Un espejo en el cielo, de Icíar Bolaín) e Inma Cuesta (La voz dormina, de Benito Zambrano). Su interpretación de una mujer transformada en objeto de deseo de un obsesivo cirujano plástico en La piel que habito, de Pedro Almodóvar, mereció el Goya a la mejor actriz. Era la tercera nominación que conseguía y logró por fin su objetivo.
Pese a ello, la actriz considera que el premio más importante del cine español le ha llegado "muy pronto". Y es que Anaya tiene intención de jubilarse haciendo pelíuclas. "Quiero envejecer haciendo cine", declaró ayer la intérprete que en anteriores ediciones estuvo nominada por Lucía y el sexo y Habitación en Roma, ambas de Julio Médem.