-Usted es un fenómeno. Tiene 23 años y ya ha tocado con algunas de las mejores orquestas y auditorios de primera fila. ¿Cómo se ha sentido con los músicos de la OSV?
-Son maravillosos y apasionados. Se nota que aman la música. Son perfectos para tocar el concierto de Sibelius que no interpretaba desde que lo hice en Viena hace cinco años.
-¿Cómo ha sido el reencuentro?
-Maravilloso. Noto que he evolucionado mucho desde entonces. He descubierto sonidos nuevos y emociones. Me encanta esta pieza que habla del fuego, del agua...
-¿Por qué no la ha tocado más?
-Es que como soy joven y me he dedicado a aprender mucho repertorio. Ahora empiezo a repetir algunas obras. He tocado clásico, también Brahms, Beethoven, hasta piezas de Berg. Hay muchísimas obras y mi intención es seguir descubriendo.
-Empezó a tocar a los 6 años. ¿Quién le sugirió el violín?
-Nadie. Se lo pedí a mis padres. Un amigo mío había empezado a tocarlo y me parecía maravilloso. Fue un flechazo. El violín me fascinó desde el primer momento.
-¿Qué pensó cuando Simon Rattle la invitó a tocar con Filarmónica de Berlín en Salzburgo?
-Me sorprendió. Fue como flotar en una nube. Toqué el cielo en aquel concierto. Nunca lo olvidaré.
-Después de eso cualquier otra actuación le habrá sabido a menos.
-No crea. He podido conocer a impresionantes músicos y directores. Lo bueno de la música es que con otras formaciones puedes crear cosas totalmente diferentes.
-¿Cuándo grabará un disco?
- Lo estoy evaluando. Quiero hacerlo cuando me sienta preparada.
-¿Desde cuando toca con un valioso Stradivarius Dragonetti?
-Hace ya dos años y medio. Me costó acostumbrarme a él : tiene personalidad propia. Pasé por una época dura en la que parecía no querer que lo tocara. Pero ahora nos entendemos el uno al otro y cada día descubro nuevos colores y cosas diferentes.