crónica

Alfredo Sanzol vuelve a dar con la tecla en 'Días estupendos'

El dramaturgo repite éxito en el Grec un año después de triunfar con 'Delicades'

Igual que hay una trucha a la navarra, o unas pochas, ya puede hablarse de un teatro a la navarra. Y tan sabroso como esos platos. Es el que firman Alfredo Sanzol, un pamplonés que nació y trabaja en Madrid, y su tropa de cómplices intérpretes enDías estupendos,una maravilla que por igual divierte, con frecuencia de formabrutica, que alimenta el intelecto de manera sutil y perspicaz.

Sanzol va camino de convertirse en uno de los triunfadores del Grec como ya lo fue el año pasado en el Poliorama conDelicades, el texto que escribió y dirigió para la compañía T de Teatre. Su estilo es reconocible. Descubierto en Catalunya con su breve paso por el Lliure conSí, pero no lo soy, teje sus piezas con el mismo patrón: una serie de historias cortas,sketches, con vida propia y que, en conjunto, dibujan un universo particular. EnDías estupendos ha querido Sanzol reivindicar el género del veraneo, tiempo de solaz que da pie a infinidad de situaciones divertidas y nostálgicas.

Son 16 los episodios propuestos en una escenografía hiperrealista que nos transporta al monte, con la sierra al fondo, entre una pared de piedras y una encina. Pero igual sirve para situarnos en el navarro valle de Irati como para hacerlo en la playa de la Barceloneta o en el Empire State. De ello se encargan la pluma y la dirección de Sanzol y la no menos maravillosa labor de los intérpretes: Paco Déniz, Elena González, Juan Antonio Lumbreras, Natalia Hernández y Pablo Vázquez. Solo desde la connivencia más aboluta se llega al fruto deDías estupendos.

Todos son capaces, por ejemplo, de recrear en un plis-plas el regreso de un preso etarra a casa con una sospechosa funda de guitarra, la dimisión de un torero porque ha atropellado a su gato o una merienda en el campo arruinada porque a uno de los comensales le ha pillado su mejor amigo fornicando con un melón. Delirante, en el mejor sentido.