Las películas de baile deberían poseer su propia calificación por edades: no aptas para mayores de 15 años. En esta, tercera entrega de una saga de éxito sorprendente, la tecnología 3D aporta a las coreografías una dosis adicional de energía cinética, pero todavía no existe la filigrana tecnológica que sea capaz de disimular los diálogos terribles, el argumento risible y el reciclaje descarado de las convenciones de todas las películas de baile jamás rodadas. Step up 3 se nutre de la misma palabrería que precedentes como Fama y Electric Boogaloo acerca de la necesidad de expresión artística y de encontrar el camino a hacia la edad adulta, aunque eso a la chavalería le dará igual. Y pese a que los números musicales y el 3D son espectaculares, pongámonos puristas: ¿No son estos bailarines sus propios efectos especiales?