Aunque alcanzó una cierta reputación, más por sus guiones para Volker Schlöndorff que por sus trabajos como directora, Margarethe von Trotta nunca llegó a ser un nombre prominente de la mejor época del cine alemán de autor. Hoy, sin una posición concreta en una industria que parece reactivarse como es la cinematografía germánica, la directora de Las hermanas alemanas se enfrenta, con un estilo anquilosado, viejo, anacrónico, a la vida y obra de Hildegard von Bingen, abadesa, mística, escritora, compositora musical y herborista que vivió entre 1098 y 1174 y a la que David Lynch (el cineasta, sí), dedicó un disco en 1998. El tono del filme es el de un biopic desangelado entre realista, duro, místico y bastante zafio.