La directora Léa Pool mantiene su interés habitual en los ritos de paso femeninos mientras contempla la repentina desintegración de una familia aparentemente perfecta.Mamá está en la peluquería se adentra en territorios dramáticos esquivando con destreza el exceso melodramático y sin perder un tono liviano y medianamente risueño, apropiado para capturar la facultad que tienen los niños de desarrollar mecanismos de supervivencia ante la adversidad. Menos afortunados son sus intentos de convertir el abandono materno en un acto de connotaciones feministas, a causa del desinterés por sus raíces psicológicas y hasta por su credibilidad. Parece claro que lo que más le importa a Pool es contagiar su nostalgia por la radiante luz estival de la Montreal suburbana de los 60, y por esos veranos bisagra en los que, sin comprender demasiado cómo, nos hicimos mayores.
criticas
'Mamá está en la peluquería', último verano de la infancia
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