Profesionales de los festivales en general y de Primavera Sound en particular (tercera visita a la muestra barcelonesa), estos muchachos cuarentones que responden por Wilco confeccionaron un repertorio fiel a su identidad y sin concesiones a las grandes audiencias. Con problemas de sonido iniciales, desarrollo zigzagueante y un crescendo que apuntó hacia una calculada catarsis.
Jeff Tweedy y compañía no se apartaron mucho del guión de hace un año en el Auditori, y el material de su último disco, Wilco (The album), salpicó la actuación con discreción, a través de canciones como Bull black nova, One wing y I'll fight. Su rock maduro con denominación de origen se decantó a menudo por el medio tiempo reposado en el que la banda podía desplegar un sonido sofisticado (One wing, A shot in the arm), de honda riqueza melódica. A veces, no muy lejos del concepto de soft rock setentero, como en Country disappeared, una de las piezas que no sonó en el Auditori. Incluyendo unas guitarras dobladas que habrían hecho felices a los Eagles de Hotel California.
SOBRIEDAD BAJO GUIÓN / La banda tiró de piezas fijas de su repertorio, como Via Chicago, Misunderstood, Hate it here y Heavy metal drummer, ante una audiencia multitudinaria que mantuvo la atención pese a los cambios de inflexión, de tempo y de texturas. En la recta final de la actuación, tras la sobria The late greats, la tensión se desbocó matemáticamente con I'm the man who loves you y una desatada Kicking television, en la que Tweedy se dejó las cuerdas vocales. Sesión sin revelaciones: los poderes de Wilco ya no son noticia.