El largo viaje de las anguilas

Un análisis con transmisores documenta por primera las migraciones desde Europa hasta el mar de los Sargazos

El trayecto dura una media de 11 meses y sigue unas pautas horarias y de velocidad

Gráfico del recorrido de las anguilas / ALEX R. FISCHER

Para los antiguos griegos, las anguilas eran seres extraordinarios que emanaban de las entrañas de la Tierra, como escribió Aristóteles en su 'Historia de los animales': "Ni son fruto de apareamiento ni son ovíparas, y nunca jamás ha sido capturada ninguna provista de líquido seminal ni de huevos". ¿Dónde nacían?

Dos especies a ambos lados del Atlántico

La anguila común (‘Anguilla anguilla’) se extiende por todos ríos y estuarios europeos desde la península de Kola, al norte de Rusia, hasta el Mediterráneo y el Mar Negro, así como en Canarias. Una especie similar vive en las costas atlánticas de América del norte (‘Anguilla rostrata’). Ambas desovan en el mar de los Sargazos, un territorio aparentemente muerto, sin excesivo interés alimentario, algo que sigue sorprendiendo a los científicos.

La confusión obedecía a un ciclo migratorio de hasta 16.000 kilómetros, sumando ida y vuelta, que no pudo ser explicado hasta principios del siglo XX: las anguilas adultas viajan desde los ríos europeos hasta el mar de los Sargazos, situado en el Atlántico al noreste de las Bermudas, y allí desovan y mueren. Con posterioridad, las minúsculas crías -las preciadas angulas- regresan a los territorios ocupados por sus ancestros, sufren dos metamorfosis que les cambian el color, crecen y, finalmente, reinician el ciclo de regreso hasta las aguas que las vieron nacer.

El oceanógrafo danés Johannes Schmidt fue quien puso fin a la confusión cuando en diversas expediciones por el Atlántico realizadas entre 1904 y 1915 consiguió capturar ejemplares de angula y observó que eran más pequeñas cuanto más cerca estaban del mar de los Sargazos, lo que significaba que muy probablemente se reproducían y nacían allí. Comprobó asimismo que todas las anguilas europeas correspondían a una misma especie con independencia del río que luego remontaban. 

COLABORACIÓN DE 12 PAÍSES

Pese a todo, el ciclo migratorio de las anguilas seguía sin ser bien conocido. Ahora, un equipo europeo con destacada participación española ha podido determinar por primera vez las rutas, las pautas horarias, los depredadores y hasta la velocidad de los individuos gracias al uso de animales equipados con transmisores, un trabajo que esperan sirva para mejorar la gestión de la especie, ahora muy amenazada, como explica Javier Lobón-Cerviá, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), en Madrid. Los resultados se han publicado en la revista 'Science Advances'. 

Los investigadores han empleado dos sensores diferentes, ambos de tamaño muy pequeño para no interferir los movimientos de las anguilas. El primer modelo se clava en la musculatura dorsal de la anguila y va almacenando información a medida que el animal se desplaza. Pasados seis meses, se suelta, asciende hasta la superficie del mar y desde allí envía las señales. El segundo modelo, más barato, se introduce en la cavidad peritoneal, pero luego hay que esperar a que el animal se muera y se pudra para que el sensor sea operativo. "Ambos tienen un 'datalogger' que anota la temperatura del agua y las coordenadas geográficas cada 15 minutos", dice Lobón-Cerviá. Para el proyecto de investigación, en el que han colaborado 12 países europeos, los investigadores soltaron 707 anguilas adultas equipadas con un transmisor. Ello les permitió seguir el movimiento de 206 ejemplares.

“Gracias a las señales de los transmisores hemos descubierto que las anguilas siguen una rutina a la hora de trasladarse. Por el día se mueven en las profundidades del océano y, al llegar la noche, continúan su viaje en aguas menos profundas”, explica Lobón-Cerviá. Las rutas de dos ejemplares marcados en el mismo lugar se parecen, pero no son idénticas. “También hemos comprobado que la velocidad media variaba enormemente, entre 3 y 47 kilómetros por día, lo que hace imposible que todas lleguen juntas a su destino en primavera”, continúa. Frente a lo que se creía hasta ahora, no todas las anguilas realizan este recorrido en cuatro meses para desovar simultáneamente, sino que muchas tardan hasta un año en llegar. En concreto, la duración media del viaje de las anguilas marcadas fue de 11 meses.

Los investigadores han comprobado asimismo que el desove se prolonga desde diciembre hasta febrero y han documentado los ataques que las anguilas sufren por parte de cachalotes, tiburones, atunes y otros depredadores.

Las minúsculas angulas, que cuando llegan a la costa europea pesan menos de un gramo, trazan una de las migraciones más extraordinarias del reino animal puesto que son capaces de atravesar el Mediterráneo y remontar por el Danubio, comenta el investigador del MNCN. Luego engordan hasta alcanza un peso de entre 2 y 4 kilos.

Al parecer, aunque es una hipótesis controvertida, las anguilas y otros peces migratorios como el salmón siguen la misma ruta y se orientan gracias a los campos magnéticos de la Tierra. Otro aspecto que intriga a los científicos es que, aunque infinidad de anguilas han realizado la ruta hasta los Sargazos durante millones de años y allí han muerto, de manera sorprendente nunca se ha encontrado en las profundidades marinas de esa zona restos de esas poblaciones. “El deterioro a gran profundidad, la putrefacción, debe ser enorme”, prosigue el investigador del MNCN.

“Los datos obtenidos en el estudio nos han ayudado a aclarar muchos detalles de esta compleja migración. Ello nos ayudará a mejorar de manera sustancial las estrategias de conservación y gestión de la especie para poder protegerla”, concluye Lobón-Cerviá. "Aún tenemos miles de horas de información que dan para mucho. Vamos a ver qué se puede hacer con ello", dice. 

Los diques de los embalses impiden el ciclo natural

Además de la pesca, la especie se enfrenta a la creciente contaminación de las aguas y a la construcción de presas que impiden su avance por los cauces fluviales, un problema particularmente grave en países como España y Francia. “Antes las anguilas llegaban a la laguna Negra, en el valle del Duero en Soria, y también hasta el nacimiento del Guadalquivir, pero la construcción de embalses lo impide en la actualidad. Se han perdido miles de kilómetros de hábitats”. Cuando las anguilas remontan los ríos y se encuentran con una presa, se produce una gran mortalidad porque no hay comida para todas.

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