El Plan Hidrológico de la cuenca del Ebro aprobado el 8 de enero por el Consejo de Ministros en funciones es, para el movimiento antitrasvase, una nueva sentencia de muerte para un río y un delta enfermos. Doce años después de la derogación del macrotrasvase planeado por el Gobierno de José Maria Aznar, las Terres de l’Ebre vuelven a la carga ante una amenaza más sutil que aquella tubería y que, como defienden, no debe resultar ajena al resto de Catalunya. Con su solidaridad, la Plataforma en Defensa del Ebro (PDE) espera exhibir este domingo en Amposta (12.00 horas) un rechazo masivo a una planificación hidrológica que, sostiene, solo sirve a determinados intereses económicos, ajenos a los de las Terres de l’Ebre y a los criterios ambientales que garantizarían la pervivencia de hábitats y pesquerías en el tramo fluvial y marino vinculado al río.

Todos los partidos políticos a excepción del PP y C's han anunciado su participación en una manifestación que se prevé multitudinaria. El Gobierno catalán da apoyo a la protesta con la presencia del vicepresidente Oriol Junqueres y el 'conseller' de Territori i Sostenibilitat, Josep Rull, encabezando la representación institucional. La ANC, que ha fletado medio centenar de autobuses, Òmnium y la Associació de Municipis per la Independencia se han sumado a la movilización, que irá presidida por una pancarta con el lema ‘El Ebro sin caudales es la muerte del delta’.

El régimen de caudales ambientales es, para la PDE, el talón de Aquiles de la supervivencia del delta. El hecho de que el plan reserve solo 3.009 hectómetros cúbicos (hm3) anuales de agua para la desembocadura no deja margen, sostienen, para la pervivencia de los ecosistemas ni para frenar la salinización, y tampoco aporta limos suficientes para detener la regresión y el hundimiento de la plataforma deltaica. El principal cultivo, el arroz, depende de ello. En cambio, según los detractores del plan, genera unos sobrantes de agua en el tramo superior del río que propiciará la venta de eventuales concesiones a otras cuencas a través de los bancos de agua.

NUEVA ESTRATEGIA

“Ya no se plantea un gran trasvase, sino que es el triunfo de la estrategia que ya se implantó con el minitrasvase a Tarragona”, afirma insistentemente Manolo Tomás, portavoz de la Plataforma. Este movimiento, con la comunidad científica aliada, las entidades socioeconómicas del Ebro y también el Gobierno de Catalunya, defienden que los caudales garantizados por ley en el tramo final deben situarse en un abanico de entre 5.871 hm3 en años secos y 9.907 hm3 en años húmedos. Cuestionan, por lo tanto, que puedan garantizarse en el plan reservas para abastecer 465.000 hectáreas más de regadío en el periodo 2016-2021 (de las cuales 150.000 se desplegarían en Catalunya a través, mayoritariamente, del canal Segarra-Garrigues y del Xerta-Sénia), que se añadirían a las 950.000 existentes a lo largo de la cuenca, y que se siga desnaturalizando el río con 56 nuevas obras de regulación.

La de este domingo será la enésima prueba de fuerza del movimiento ciudadano contrario a los trasvases, pero en esta ocasión, como subraya la PDE, será particularmente importante para complementar la lucha jurídica y la institucional contra el plan.