Los veteranos de la intrahistoria pop barcelonesa recordarán cómo, en los años 90, la calle Escudellers pasó de ser la pasarela del pecado a poblarse de locales donde campaba la música ‘indie’, aun conservando muchos de sus neones y sus tapicerías de escay rojo, para alegría morbosa de la afición. Todo empezó con el ‘New York’, el cabaret en el que Dalí había caído prendado de Amanda Lear (entonces era Peki d’Oslo) y donde Bibi Andersen brindó algunos de sus primeros números de estriptis. Allí, orquestando la audaz reconversión, estaba Borja Malet, pionero de la cultura de club en la ciudad y ‘discjockey’ de la primerísima hornada electrónica, que hoy se sitúa al frente, junto a su socio, hijo de su primo, Pepe Malet, de otra clase de club, el que abrió en el 2017 en esa plaza de toros Monumental cuyo destino está todavía por desvelar.
QUE NO PARE LA MÚSICA
Cultura de club sobre la arena
El Monumental Club, en la antigua plaza de toros, evoca el imaginario pop generacional cambiando la noche por el día en su ciclo de conciertos
Borja Malet, responsable del ciclo de conciertos Monumental Club. /
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