Cuenta Rozalén que cuando era una adolescente se las tenía con su madre cada vez que, en tiempo de fiestas, la vestía con el traje tradicional albaceteño para que, de aquella guisa, procediera a cantar una jota manchega con la bandurria. “Me avergonzaba, porque no era nada moderno, ni sexy”, recuerda evocando aquel bochorno quinceañero. Pero, pasado el tiempo, ha sido la bandurria la que le ha apuntado el camino. Símbolo de toma de tierra, del canto transferido de generación en generación, como ese ‘Romance del Pernales’, sobre “un Robin Hood andaluz”, que estos días ha vuelto a cantar en familia en su casa de Valdemorillo, provincia de Madrid.
LA MÚSICA FAVORITA DE...
Rozalén, cada segundo cuenta
La cantante albaceteña se emociona estos días con la música de su niñez y adolescencia, de las canciones tradicionales al rock urbano de Extremoduro
Rozalén, en el festival de Cap Roig el pasado 1 de agosto. /
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