Tiempo de desasosiego

El virus de la confusión

La imprescindible creencia en la ciencia vacila con la misma intensidad en que nos niega una solución inmediata, y no será por falta de dedicación

Un corredor aplaude a personal sanitario en el paseo marítimo barcelonés. / FERRAN NADEU

“Vivo sin vivir en mí”. No hace falta ponerse místico ni siquiera ser creyente para que más de uno haga suyo estos días el famoso poema de Santa Teresa. Tal es el momento de turbación que vale cuando sigue: '¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida!'.