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La causa del abogado

El abogado Xavier Melero. / ALBERT BERTRAN

«Los hombres muertos son más pesados que los corazones rotos», dice Philip Marlowe en 'El sueño eterno'. La frase adquiere la dimensión de sentencia para recordar. William Faulkner adaptó la novela de Raymond Chandler para el cine, y entre ambos y con la genialidad de Howard Hawks, Humphrey Bogart y Lauren Bacall consiguieron una de las películas más emblemáticas del género negro a pesar de tejer una de las tramas más enrevesadas. Cincuenta años después, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos dictó su preservación por haberla considerado bien cultural, histórico y estéticamente significativo.

Si Xavier/Javier Melero i Merino (Barcelona 1958) le revisara la música a este clásico de Hollywood sustituiría la banda sonora de Max Steiner y la actualizaría con algunas de las canciones de su amplia colección y gusto. Temas con voces desgarradas y agudas como la de Janis Joplin o graves e intimistas como la de Leonard Cohen. O bandas emblemáticas como la de Nick Cave & the Bad Seeds. Intérpretes a los que ha escuchado hurgando intencionadamente en sus letras, para encontrar en ellas el sentido que le sirviera para relacionarlas con el contenido desplegado en los 10 capítulos de su libro 'El encargo' (Ariel).

Sentencia descuidada

El abogado de dos de los procesados en el Tribunal Supremo por la causa del 1-O, Joaquim Forn y Meritxell Borràs, considera que la vista pública fue justa, pero la sentencia no. Es más, la tilda de descuidada. Y se ampara en la misma consideración que ha hecho Amnistía Internacional para rebatir al sector independentista que había prejuzgado el proceso como una farsa y lo ha condenado con protestas, bloqueos, barricadas y hogueras. Y así el pacifismo del que siempre habían hecho gala se convirtió en la violencia que nunca habían aceptado. Tanto fue así, que incluso sus voces más significadas tuvieron auténticos problemas para condenar la agresividad convertida en el percance de unos días para olvidar.

El abogado Melero es amante y practicante del boxeo. Por eso, y como Mike Tyson, no trata de intimidar a nadie antes de un juicio porque se reserva los golpes para soltarlos durante la vista oral. Reveses precisos, certeros, contundentes, que demuestran que son los que realmente amedrentan. Dice que hablaba de este deporte con el presidente del tribunal, Manuel Marchena, en los descansos del juicio por el 1 de octubre. Sería porque ambos se sentirían púgiles prestos a saltar al cuadrilátero en cualquier momento. Fino estilista y rudo fajador que sabían que al sonar la campana y sentarse en la esquina contarían con el apoyo de un público predispuesto, de posición definida y ansias de KO. Pero, ni en lo personal ni en lo profesional, la sangre manchó nunca la lona. Tampoco con los fiscales contrincantes a quienes Melero, a pesar de sus discrepancias, celebraba que le mostraran las actuales dependencias de la Fiscalía General instaladas en un antiguo palacio de los marqueses de Fontalba decorado con cuadros y tapices originales cedidos por el Museo del Prado.

Definitivamente, la estética le puede a este profesional del Derecho de fina estampa, formas elegantes, mirada recelosa y aires contundentes. El abogado que accedió a un encargo, lo ejecutó con la mejor de las técnicas jurídicas y perdió a pesar de negarse a observar los elementos políticos que pesaban en el aire. Y al final, difuminándose por los aledaños del Tribunal Supremo, se despidió con un simple «buenas noches, es hora de irse a casa». Final de 'Sultans of Swing', Dire Straits.

Un decálogo del 'procés'

El libro <strong>'El encargo'</strong>, de Xavier Melero, ha desplegado en 10 capítulos, como un decálogo, un relato de ilusiones, intenciones, escepticismos, obsesiones, decepciones y frustraciones de los meses que dedicó a la aceptación, preparación, investigación, estudio y presentación del juicio del ‘procés’. Y los ha descrito con riqueza y precisión envueltas en el denso humo de una causa judicial de estas características.