Barrida de la industria discográfica, la televisión, la radio y las salas de fiestas por la rumba marginal de Los Chichos, Los Chunguitos y un largo etcétera y con su monarca entregado al culto evangélico desde 1982, cuando ya su prima quinqui la había arrollado cual SEAT 1430 FU a la fuga, la rumba catalana era a principios de la década de 1990 un fantasma del que solo se acordaban cuatro gatos. Bien, para ser un poco más precisos, al menos once gatos: los diez miembros de Los Manolos y Francisco Casavella, que la hizo 'sonar' como contados escritores saben hacer 'sonar' la música en 'El triunfo' (1991), su primera novela.
LOS 92 DEL 92
El rey Peret es poderoso, el rey Peret tiene poder
La formidable rumba catalana resucitó tras la actuación de su monarca, Los Amaya y Los Manolos en la ceremonia de clausura de Barcelona-92
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