Barcelona no solo puede enorgullecerse de vivir uno de los mejores Juegos de la historia por los hitos que se lograron en la competición deportiva. A su alrededor, todo resultó esplendoroso, innovador, magnético. El escritor Eduardo Mendoza contó, mejor que nadie, el reflejo delirante de aquella euforia de la ciudad, que rebosaba adrenalina por el día y bullía también por la noche, como bien sabe Javier Bordas, uno de los empresarios de ocio nocturno, que supo tomarle el pulso a la ciudad. La candidatura resultó impecable en muchas facetas y Manuel Romero Canela, director general de la Radio Televisión Olímpica, la empresa que se encargó de transmitir las imágenes de la competición al mundo, alcanzó la excelencia como demuestran los 9 Grammys que obtuvo por la cobertura. La unión de fuerzas de TVE y TV3 para cubrir la información de los Juegos, a través de la dirección de Tatxo Benet, fue un éxito en todos los sentidos y eso hizo que los Juegos calaran aún más.

Ese 5 de agosto, en el terreno deportivo, la selección española de fútbol puso rumbo a la final, imponiéndose por 2-0 a Ghana, en lo que entonces era el mayor logro del fútbol español en toda su historia. Arantxa Sánchez no podía con la jovencísima Jennifer Capriati, que le cerró el paso a la final, y Jaume Guardiola, como responsable del Port Olímic, no paraba de celebrar la fiesta de la vela, que acabó aquellos Juegos con cuatro medallas de oro y una plata.