La construcción del sueño olímpico tuvo un visionario (muy bien informado) que inyectó a los barceloneses, desde las páginas de este diario y desde las ondas de la Ser, el entusiasmo necesario para convencerse de que la apuesta de Juan Antonio Samaranch, Narcís Serra y Pasqual Maragall cambiaría la historia de la ciudad. Botines fue el primero en muchas cosas. También en creer en el proyecto y pregonarlo. La mañana de aquel 17 de octubre de 1986 en que el presidente del COI pronunció la frase «a la ville de Barselona», el Boti (como le llamaban con cariño Antonio Franco y Emilio Pérez de Rozas, otro par de apasionados estajanovistas que solo tenían horas para el trabajo) escribió un artículo compartiendo la emoción de todos los barceloneses al haber alcanzado el derecho a organizar los Juegos Olímpicos de 1992. Aquel apunte acabó siendo el último que firmó. Le quedaban apenas dos semanas de vida. Tenía 39 años y un cáncer de huesos aniquilador.
LOS 92 DEL 92
Àlex Botines, el visionario de la silla de escay rojo
Àlex Botines, en la sala de teletipos de EL PERIÓDICO en 1978 /
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