De 1984 a mediados de 1986, una vivienda en la zona alta de Barcelona se convirtió en un lugar clave para agasajar a los 85 miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) que debían decidir la candidatura de los Juegos de 1992. ¿Los anfitriones? Leopoldo Rodés (Barcelona 1935- Aiguaviva 2015) y su esposa, Isabel Vilà. «Aquellos dos años que precedieron el nombramiento de Barcelona como ciudad olímpica -17 de octubre de 1086- mi padre viajó por el mundo para ir a ver e invitar a Barcelona a los miembros del comité olímpico», cuenta su hijo Alfonso. Leopoldo Rodés fue el gran seductor, el vendedor de Barcelona, el que se movía entre bambalinas, liderando la presentación de la sociedad civil. «Mi padre vendía la ciudad, cualquier barrio, explicando los proyectos de futuro, la historia, la cultura, sobre todo la arquitectura. Formaba parte de un equipo irrepetible junto a Juan Antonio Samaranch, Pasqual Maragall y Carlos Ferrer Salat. Y con ellos, todas las instituciones de la mano.
LOS 92 DEL 92
Leopoldo Rodés, el gran anfitrión que sedujo a los miembros del COI
Presidente de Media Planning, su vivienda se convirtió en lugar de encuentro con los miembros del Comité Olímpico Internacional
Leopoldo Rodés. /
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