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Cincuenta años de la Revolución de los claveles: cuando España se miraba en el espejo portugués

Claveles rojos en los fusiles, en abril de 1974, en las calles de Lisboa. / ARCHIVO

Hasta el 25 de abril del 1974, nadie en España se miraba en el espejo portugués. Y menos desde Catalunya que quedaba aún más lejos. Si acaso, algunos independentistas –que entonces eran pocos–, recordaban, de vez en cuando, que Catalunya y Portugal (junto a Nápoles y Sicilia) habían coincidido, a finales del primer tercio del siglo XVII en rebelarse contra Felipe IV. Sin embargo, como la suerte de Portugal fue muy distinta a la catalana, el país volvió a caer en el olvido. Quienes estábamos comprometidos contra el régimen de Franco veíamos al de Salazar como algo distinto, y lo era, pese a coincidir ambos en su condición autocrática y en sus inspiraciones originales en el corporativismo fascista de Benito Mussolini. Incluso la oposición portuguesa era otra cosa. Carecía de un movimiento articulado y unitario como en el que empezaba a florecer en España, en las postrimerías del franquismo. Hacía 13 años que Portugal no había sido noticia internacional. Por última vez, cuando el político opositor Henrique Galvao secuestró el Santa María en aguas del Atlántico y salió en las portadas de la prensa de todo el mundo. Nadie reparó, entonces, que Galvao era un militar que se había concienciado siendo testimonio de los atropellos que llevaba a cabo el Ejército de su país en Angola.