Guerra en Oriente Próximo

El ataque de Irán da oxígeno a Netanyahu cuando empezaba a quedarse solo en Gaza

Familias palestinas inspeccionan sus casas destruidas en el campo de refugiados de Al Maghazi, en el centro de la Franja de Gaza. / EFE/EPA/MOHAMMED SABER

El pasado 4 de abril fue un día excepcional en la trastienda diplomática de la guerra en Gaza. Después de medio año de carta blanca a Israel, protección en los foros internacionales y una barra libre de armas que podría convertir a Estados Unidos en cómplice de genocidio si el Tribunal Internacional de Justicia acaba fallando en esa dirección, Joe Biden dijo basta. Por primera vez desde el fatídico 7 de octubre reclamó un “alto el fuego inmediato” y condicionó la ayuda a Israel a la adopción de una serie de medidas para aliviar la catástrofe humanitaria en la Franja, proteger a los civiles y garantizar la seguridad de los trabajadores humanitarios. Con la hambruna a la vuelta de la esquina y el asalto sobre Rafah en la agenda inmediata de Binyamín Netanyahu, un halo de luz acababa de colarse entre las ruinas de Gaza. No duraría mucho. El ataque de Irán del pasado sábado sobre el Estado judío ha vuelto a cambiar la dinámica.