A medida que estos interminables seis meses iban avanzando, meses sin apenas noticias de los suyos, el movimiento para liberar a los rehenes israelíes secuestrados por Hamás el 7 de octubre ha ido colonizando nuevos espacios para aumentar la presión sobre los líderes que tienen una de las llaves de su liberación. Han acampado a una calle del ministerio de Defensa en Tel Aviv, la conocida ahora como plaza de los Rehenes, frente a la residencia del primer ministro en Jerusalén, su oficina y hasta su casa particular en Cesarea. Han irrumpido a las bravas en el Parlamento y han bloqueado carreteras. Muchos están furiosos con Binyamín Netanyahu. Son conscientes de que el tiempo se agota y todo son malas noticias desde hace semanas. “Si los 133 rehenes llegan en una bolsa, habrá una guerra civil en Israel”, decía el miércoles Avi Zilverstein, uno de los supervivientes de la matanza, en la plaza de los Rehenes.
Guerra en Oriente Próximo
La paciencia se agota para las familias de los rehenes israelíes: "Si vuelven todos en una bolsa, habrá una guerra civil"
Marcelo Garzón muestra la foto de su yerno, Dolev Yehoud, y la hermana de este, Arbel, secuestrados por Hamás el 7 de octubre /
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