Posguerra en los Balcanes

Veinticinco años del bombardeo de la OTAN contra Yugoslavia: una herida todavía abierta

La campaña de la Alianza Atlántica, que duró 11 semanas, alimentó el discurso nacionalista y todavía hoy provoca división

El cielo de Belgrado iluminado por el fuego de las defensas antiaéreas durante un bombardeo de la OTAN el 18 de abril de 1999. / REUTERS

En Belgrado, Serbia, está el monumento La llama eterna, al que se acude para conmemorar a las víctimas de los bombardeos de la Alianza Atlántica (OTAN) sobre Yugoslavia en 1999. El monumento, de unos treinta metros de altura, es básicamente un obelisco que en los años ha provocado grandes polémicas. Las razones son muchas, pero una destaca: el monolito, que es el mayor homenaje arquitectónico a esos muertos, fue erigido por voluntad de Mirjana Marković, esposa de Slobodan Milosević, quien gobernaba a los serbios con mano de hierro y era presidente durante ese ataque. Tanto así que hace tiempo alguno incluso propuso renombrarlo en memoria de las víctimas del fallecido dictador.