El término "monarquía moderna" suena a oxímoron no solo entre republicanos, sino para todo aquel que considera una contradicción que la jefatura del Estado pueda ser, en democracia, algo vitalicio y hereditario, donde un rey o reina traspasa el poder sobre ese país --y sobre sus fuerzas armadas-- a su hijo o hija. También rechina el término a los enemigos de los fastos, vestuarios, coronas y carrozas con que acompañan sus ceremonias. Las monarquías nórdicas son un ejemplo de cierta normalidad tanto en comportamientos públicos como privados, aunque en lo formal se ciñan a la visibilidad algo anacrónica de sus casas reales.
Proclamación de Federico X
Dinamarca, ante el relevo en el trono tras una abdicación "normal"
La familia real danesa /
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