El pasado 7 de octubre Israel no solo vivió la jornada más cruenta en sus 75 años de historia, con 1.149 personas asesinadas a sangre fría y otras 240 raptadas como rehenes en Gaza. Aquel Sábado Negro se esfumó también su aura de invencibilidad, mientras la olvidada causa palestina volvía a ocupar el centro de la agenda internacional. Hamás había ganado la batalla, pero no la guerra para recuperar los pisoteados derechos palestinos. No en vano, la tragedia aportó nuevas oportunidades para el Estado judío. Las simpatías hacia Israel se dispararon en todo el mundo. Su fractura política interna se cerró temporalmente de un plumazo. Y el nuevo clima internacional le dio la oportunidad de dejar de "gestionar el conflicto" en Gaza para tratar de finiquitarlo "destruyendo a Hamás" e imponiendo un "nuevo marco de seguridad" en el torturado enclave palestino.
Guerra en Oriente Próximo
Tras tres meses de devastación en Gaza, Israel sigue lejos de alcanzar sus objetivos
Edificios destruidos por los bombardeos israelíes en Beit Lahia, en el norte de la Franja de Gaza. /
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