Lejos de casa

Los disidentes rusos se topan con recelos en los países bálticos que les dan cobijo

La embajada rusa en Tallin, con carteles contra la guerra de Ucrania y el presidente Vladímir Putin. / ÀLEX BUSTOS

Los estados bálticos son a la vez el refugio y un sitio inaccesible para los ciudadanos rusos. Además de las restricciones que imponen los gobiernos de Estonia, Letonia y Lituania, la propaganda rusa aprovecha cualquier medida o malentendido con la población local para apuntar que se les odia por ser rusos. Sin embargo, en las calles de Vilnius, Riga y Tallin no se desprende esa sensación, donde se puede escuchar ruso habitualmente sin necesidad de esconderse y en las calles es habitual ver carteles en este idioma y en la lengua local.