"Si ellos se van, ¿quién va a salir a pescar?". Sentado a la sombra de una caseta, Youssoupha Fall observa de soslayo a cuatro jóvenes que merodean en torno a las decenas de cayucos que reposan sobre la arena de la playa de Kayar, en Senegal. "Son el futuro de nuestro país, lo mejor que tenemos. Y se están yendo. Todos", dice este experto pescador con amargura. A escasos metros, en la comisaría de policía, 30 chavales sentados en el suelo aguardan su turno para declarar. Son los últimos de una larga lista. Fueron detenidos la noche anterior cuando ya estaban subidos a una embarcación que pretendía zarpar rumbo a Canarias. En estos días, el éxodo de los jóvenes senegaleses hacia el archipiélago es constante, espeso, doloroso. Visible. Es el relato de un país herido.
Día del inmigrante
Senegal o el éxodo de un país herido
La falta de empleo, el sueño de una vida mejor y una profunda crisis política empujan a unos 30.000 senegaleses a jugarse la vida en su intento de llegar a Canarias en 2023
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