Hubo un tiempo en que los petrodólares de Arabia Saudí viajaban por el mundo en misión evangelizadora, financiando mezquitas y escuelas coránicas para propagar la reaccionaria doctrina wahabista que tantos estragos ha causado. Pero eran otros tiempos. En los últimos años ese dinero ha acabado en compañías de vehículos eléctricos, gafas de realidad aumentada, videojuegos o infraestructuras. Desde Uber y Lucid Motors a Blackstone o Alibaba. El cerebro de esa estrategia no es otro que el príncipe heredero y gobernante de facto del país, Mohamed Bin Salmán. Y su vehículo para hacerlo, el fondo soberano saudí, el mismo que podría convertirse pronto en el mayor accionista de Telefónica y el mismo que ha sido utilizado por el 'Steve Jobs beduino' --como lo llamó un inversor japonés-- para cometer alguna de sus fechorías más sonadas.
El mercado de las telecomunicaciones
El fondo soberano saudí que irrumpe en España, envuelto en sospechas
El marcador electrónico muestra los retratos del príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán (derecha), y de su padre, el rey Salman bin Abdulaziz, durante un partido de la liga saudí. /
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