Moscú es uno de los principales escaparates de Rusia, y desde el punto de vista del dinero, el más relevante. El pasado ejercicio, hasta noviembre, los ingresos de la alcaldía se elevaron a 3,1 billones de rublos, unos 28.500 millones de euros al cambio actual. Todos los propietarios de grandes fortunas de Rusia, sin excepción, poseen apartamentos de lujo, ya sea en el centro de la ciudad o en alguna torre acristalada del distrito financiero Presnensky, o acotadas villas en el barrio de Rubliovka, con sus mercados a precios desorbitados y sus exclusivas tiendas de marca. No es de extrañar, por tanto, que las autoridades rusas hayan puesto siempre toda la carne en el asador para garantizar que, elección municipal tras elección municipal, la alcaldía siga en manos de políticos afectos al sistema, manteniéndola fuera del alcance de una oposición que tiene precisamente en la capital rusa uno de sus principales feudos. Alekséi Sháposhnikov, mano derecha del alcalde Serguéi Sobianin y presidente de la Duma de Moscú, órgano equiparable a un Parlamento autonómico en España, es uno de los más importantes garantes de que la principal institución capitalina continúe bajo el control el partido oficialista Rusia Unida.