“Yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías... soy un luchador social que cumple con la tarea que el pueblo me ha dado... pero sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás". La voz de Salvador Allende resume el drama chileno del 11 de septiembre de 1973. El presidente sabe que son sus últimas horas. El golpe de Estado avanza y le habla al país en cinco oportunidades, hasta que su mensaje se interrumpe. Nunca sube el tono. Huele en el aire la venganza, pero cree que será reversible. "Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse". Está vestido con chaleco tweed. Lleva un casco y fusil. "Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".
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Salvador Allende: medio siglo después
Soldados y bomberos sacan el cuerpo de Allende del palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973. /
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