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Crónica desde Beirut: Bourj Hammoud, centro de la diáspora armenia
Crónica desde Beirut: rincones de África y consuelo
Beirut, hogar de mil contrastes
Protesta en solidaridad con los armenios de Nagorno Karabaj en el suburbio beirutí de Bourj Hammoud en octubre de 2020 / Andrea López-Tomàs
Le llaman la pequeña Armenia, aunque es, en realidad, un suburbio de la capital libanesa. Al cruzar el puente sobre el río Beirut, los carteles de los establecimientos cambian de idioma, y los nombres de sus habitantes resultan más difíciles de pronunciar. Dos banderas conviven en los edificios gubernamentales. En una larga sucesión de joyerías como preámbulo de ese 'nuevo país, el oro toma los escaparates.
Las calles tienen nombres de ciudades en Armenia Occidental, esa histórica patria ocupada que hoy pertenece a Turquía. Las nombraron aquellos primeros residentes del actual suburbio libanés de Bourj Hammoud, que lograron escapar con vida del genocidio armenio a principios de siglo. Hoy, sus tataranietos libaneses luchan por preservar su lengua, su historia y su identidad.
Algunos de ellos se reúnen cada día en la Asociación de Estudiantes Zavarian del partido Federación Revolucionaria Armenia. Fundada en 1904, es una de las organizaciones juveniles con mayor presencia en Bourj Hammoud. “Aquí, en nuestro país, no nos sentimos del todo libaneses, pero en Armenia tampoco nos sentimos armenios”, explica el joven Zaven, desde la sala común de la asociación. Decorada con carteles revolucionarios en armenio, está presidida por los rostros de aquellos miembros que murieron durante la guerra civil libanesa. A la entrada, junto a una pequeña biblioteca, hay un casco usado durante la primera guerra de Nagorno Karabaj en los años noventa.
Detalles a la entrada de la Asociación de Estudiantes Zavarian. / Andrea López-Tomàs
"Puente entre musulmanes y cristianos"
En las calles coloridas de Bourj Hammoud, las paredes recogen repetidos mensajes contrarios a Turquía y Azerbaiyán. Los 156.000 armenios repartidos por todo Líbano, alrededor del 4% de la población según Minority Rights Groups International, viven cada agresión sobre territorio armenio como si ocurriera en sus propias casas. “Muchos libaneses se unieron a la lucha por la liberación de Artsakh en los 90 porque, como durante la guerra civil libanesa habían protegido los barrios y las casas armenias, contaban con el entrenamiento militar para hacerlo”, explica el analista armenio-libanés Yeghia Tashjian. “Además, al mantener la posición neutral en el conflicto libanés, desde entonces, a los armenios se nos ve como un puente entre musulmanes y cristianos en el Líbano, pese a ser cristianos”, afirma.
Mensajes en contra de la agresión azerbaiyana de Nagorno Karabak en el suburbio beirutí de Bourj Hammoud. / Andrea López-Tomàs
Hace más de un siglo, los primeros refugiados armenios se concentraron en barracas a orillas del río Beirut. “Los intelectuales que sobrevivieron al genocidio y la deportación se dieron cuenta que la mayoría de armenios llegados a Beirut eran campesinos que solo sabían hablar turco y decidieron abrir escuelas y seminarios para enseñarles armenio”, explica el también profesor de la Universidad Americana de Beirut. A día de hoy, los niños armenio-libaneses ocupan sus tardes y sus fines de semana en no sólo aprender la lengua de sus antepasados, sino en perfeccionar algún arte típico ya sean bailes folclóricos o instrumentos tradicionales.
Importancia de la educación
“Para nosotros, es muy importante preservar nuestra cultura, patrimonio, idioma e identidad, y lo hacemos a través de las instituciones que fueron construidas tras el genocidio”, cuenta Tashjian a este diario. La educación es uno de los pilares de la supervivencia de la comunidad armenia en el Líbano. En 1955, varias iglesias instauraron la Universidad Haigazian, la única universidad armenia fuera de Armenia. Con una lengua en peligro de extinción, desde la asociación Zavarian, insisten en preservar el idioma armenio occidental que ya solo habla la diáspora armenia. “Si nosotros no lo usamos, aunque nos cueste, se perderá”, reconoce Zaven.
Como libaneses que también son, sufren el impacto de una de las peores crisis económicas desde 1850, según el Banco Mundial. Muchos de ellos, no todos, cuentan con la nacionalidad armenia, pero, aunque visitan su patria originaria a menudo, no se plantean irse allí. “Tendríamos que aprender una nueva lengua”, lamenta el joven, ya que allí hablan armenio oriental, “y nos sentimos demasiado lejos de lo que siempre hemos conocido”. Pero en el refugio de la pequeña Armenia que es Bourj Hammoud, cada vez hay menos armenios. Es una de las áreas más densamente pobladas de Oriente Medio, ya que la comunidad originaria armenia comparte su amparo con poblaciones sirias, kurdas o trabajadoras migrantes de África o el sureste asiático.
En defensa de Armenia
Aunque es uno de los grupos más prósperos del país, conocido por sus habilidades en joyería y artesanía, muchos negocios e, incluso, escuelas han empezado a cerrar en Bourj Hammoud. “Cada vez somos menos por la crisis financiera y la inmigración”, apunta Tashjian. Pero los que quedan resisten. Además, la población armenio-libanesa cuenta con seis diputados en el Parlamento. Esa vía política les da fuerza. En la asociación Zavarian, usan las redes sociales para concienciar a su comunidad de la diversidad y la riqueza que la caracteriza, crean recursos para dar a conocer su causa al mundo y pasan sus horas organizándose para enviar ayudas a Nagorno Karabaj. “Somos una comunidad muy politizada e institucionalizada”, presume el analista.
La crisis no impide que los teatros de Bourj Hammoud intercalen producciones culturales fascinantes con las frecuentes visitas de artistas y políticos armenios. “Estamos en el centro de la capital de la diáspora libanesa, porque, aunque somos menos, estas calles respiran el sabor político y cultural de la diáspora”, explica el también profesor de Historia en una escuela armenia. Desde las artes hasta la lengua, pasando por la comida, la educación y la política, perfeccionan cada plataforma para continuar su lucha. “Siempre, siempre, siempre los armenios en el Líbano, a pesar de su número cada vez menor, se movilizan y son muy activos cuando se trata de defender las causas armenias”, concluye Tashjian.
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