En 2009 Muammar Gadafi viajó a Roma. Iba con un séquito de más de 300 personas, entre ellas 40 de sus amazonas, mujeres que —como después se supo y se documentó— eran esclavizadas, violadas y sufrían acosos indecibles de parte del líder libio. Silvio Berlusconi no sólo lo acogió con todos los honores. También le permitió instalar su tienda beduina en la Villa Pamphili, a poca distancia del centro de Roma. Durante días, ni los romanos pudieron acercarse al lugar.
Duelo en Italia
Las amistades peligrosas de Berlusconi con Putin y dictadores árabes
Silvio Berlusconi conversa con Vladímir Putin durante una rueda de prensa conjunta en Gerno, en abril de 2010. /
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