Vidas enteras siguen enterradas bajo los escombros en el norte de Siria. Mientras, al otro lado de la frontera, en Turquía, las víctimas del devastador terremoto arriesgan su salud para entregarse al duelo y recoger las pertenencias que, como ellas, han sobrevivido. En el país vecino, en cambio, los sirios lamentan, de nuevo, el abandono. Entre el desconsuelo y la queja, observan a su líder desenvolverse entre sonrisas desde lo alto de su trono. Bashar el Asad está intentando convertir en su bendición la tragedia que ha matado a casi 40.000 personas en ambos países. Han vuelto las llamadas de mandatarios regionales, ha entrado la ayuda y las donaciones de Estados occidentales, han aterrizado aviones de países, hasta ahora, enemigos, e, incluso, Naciones Unidas se han reunido con él ofreciéndole al pueblo sirio herramientas para la supervivencia. Asad vive días ajetreados, pero, de alguna forma, son sus mejores días.
Cambios geopolíticos
Diplomacia del desastre: cómo Asad usa el terremoto para rehabilitarse en la escena internacional
El presidente sirio está aprovechando la oportunidad brindada por el mortífero seísmo para volver a ser aceptado en la escena internacional y regional tras más de una década de guerra civil
El presidente sirio, Bachar al Asad, visita un hospital en Alepo, una de las provincias más golpeadas por los seísmos de Turquía en febrero de 2023. /
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