Es difícil aventurar qué hubiera sido de Siria si se hubieran consumado las “enormes consecuencias” que Barack Obama invocó en el verano de 2012 para disuadir a Bashar al Asad del empleo de armas químicas contra la marea de sirios que se había levantado contra la opresión de su régimen. Aquella famosa “línea roja” fijada por el presidente de Estados Unidos no tardó demasiado en ser pisoteada. El 21 de agosto de 2013 la oposición siria denunció un ataque químico en los suburbios de Damasco, corroborado días después por los inspectores de Naciones Unidas. Las imágenes de cientos de civiles asesinados con gas sarín en Guta y sus inmediaciones horrorizaron al mundo. Y durante unos días pareció como si la intervención directa de Washington, Londres y París en la guerra civil siria fuera inminente.
Seis meses de cautiverio
De la línea roja de Obama al auge del Estado Islámico: la Siria del secuestro de Marginedas
MULTIMEDIA | Radiografía del documental sobre el secuestro de Marc Marginedas
El reportero de guerra de EL PERIÓDICO viajó al país árabe para cubrir una posible intervención militar de Occidente cuando fue capturado por yihadistas del Daesh
Víctimas sirias de un presunto ataque químico en Guta, el domingo.
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