Era una situación surrealista, el inicio de una pesadilla de la que se prolongaría durante mes y medio y que aún no ha acabado del todo. El pasado 18 de noviembre, Viktoria Trofimchuk, una ucraniana de 36 años originaria de Járkov, recorría el puente internacional Danubio que cruza el cauce del río homónimo y que une Rumanía y Bulgaria a la altura de la localidad búlgara de Ruse, acompañada de su marido Dmitri y sus tres hijos. Los cinco huían de la guerra, tras haber dejado atrás, en las primeras horas de la invasión rusa, su domicilio familiar, haber vagado durante meses por territorio comunitario y haber cruzado fronteras sin ningún incidente digno de reseñar. Buscaban dónde asentarse, barruntando incluso la idea de abrir en el Estado balcánico, miembro de la UE y la OTAN, un punto de ayuda a refugiados ucranianos, como existe en otros países comunitarios.
Los topos de Rusia en la UE
Bulgaria sigue procesando las demandas de extradición de Rusia y Bielorrusia contraviniendo a la UE
Varios opositores rusos y activistas ucranianos han sido encarcelados en territorio del Estado balcánico, cuya agencia de refugiados considera a Rusia un país que respeta los derechos humanos
Viktoria Trofimchuk y Alekséi Alchin. /
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